jueves, 10 de junio de 2010

Epistola primera (Otoño)

Como pudiendo modificar los silencios le escribo… como si estas líneas fueran a golpear su puerta, caminar sus calles o metiéndose en su alcoba, buscaran ambiciosas amalgamarse a su alma.

Estos días de ausencia que llegan a la par del otoño a Buenos Aires, sin viento, carentes de esa fuerza natural para barrer hojas y recuerdos; ansían una señal. Despertar con la noción del tiempo engrilletado, marcado por el distanciamiento que instala tantos momentos sin usted como horas de escarmientos, necesitan saber que aún se abraza asimismo en soledad como encontrándome sin lograrlo pero sintiendo, -porque así lo hago también-. Compañero, ladrón de mis juicios y centinela nocturno, usted enciende mis sentidos y suelta mis manos con expresiones que prescindo de maquillar… ¿que lo extraño y necesito? Ya no es novedad, la pregunta que ronda ahora es… Por qué.


Muy lejos, donde los ecos son pálidos
Y las noches navegan solitarias
Solo palabras se forjan
Como estelas que mi lengua aprende a trazar
Procuro encerrar
En la penumbra de algún invierno
La antojadiza pausa de su boca
El quisiera acurrucándose
Y un suspiro adelgazado por los hierros
Que la distancia se niega a soltar.

Siempre suya.

Tahdyja Brher


“Nada no es solamente nada, es también nuestra cárcel” A.Porchia

viernes, 4 de junio de 2010

Abstinencia.

Abstinencia de ti, de mí, del sudor ceñido que ejercen sobre mí tus palabras.
Abstinencia de la ternura de mis letras… de saberte, de tenerme. Abstinencia de gozarme, de encontrarme sin buscarme, de hacernos el amor y seguir rodando presentes sobre almanaques lejanos. Abstinencia de reescribir entre relámpagos, este amor que nació nuestro y la historia, milagro huidizo de otros tiempos…

Ultimo punto de los puntos suspensivos que imploran mas, como quejido entre gemidos de enorme boca… de boca abierta, de peligrosa cornisa desmanejada que ya no sabe esperar
Y a la vez se llama al silencio.


Muro al otro lado roído del tiempo, que entiende solo un idioma, el nuestro.
Jugándose a duelo el alma.

solo un idioma, el fragor de los poetas…