viernes, 29 de octubre de 2010

Cartas de amor que se queman

Ultimamente; y Usted bien lo sabrá, he aprendido a dormir los murmullos de este amor en silencios, entibiando excusas para calmar la ausencia y aquietar el alma. Pero el no verle, ha transformado a mis ojos; en dos profundas y tristes grietas, en dos heridas que no quieren sanar ni pretenden disfrazar ya nada.
He dejado de lado el desenfado y todos los pudores para desnudar la piel de tanto desencuentro, de tanto descamino adolorido y esta procesión de deseos abandonados.
Pero me quedan frescos los recuerdos, los temblores nerviosos de vos y de mi... de ese nosotros estremecido con la pasión casi divina en la que nos fusionabamos y volando,
volabamos las palabras del amor...

Cuantos momentos desvestidos, cuantos puentes trazados confrontando alma con alma en el universo de un abrazo.
Y otra vez el silencio, paisaje de pasillos y multitudes en blanco, de no pronósticos y sincapítulos que se levantan y danzan... Me habita la sombra.
No hay ecos ni murmullos, me abarca la nada, la gran nada de nuestro viejo pacto de amor.